Hace una semana y un día me propuse volver a escribir a diario.
Sí, tal vez es demasiado, además reconozco que soy una persona poco constante y menos aún en las cosas que me propongo yo solita. Aún con eso, y sin entender todavía las razones, hace una semana y un día que no he dejado de escribir a diario. Y hoy, no iba a ser menos.
Quiero dar las gracias a Dorian, porque sin proponérselo gracias a él he vuelto a "desnudarme" otra vez en forma de letras. Y estas letras en especial surgen a raíz de la última entrada de su blog en la que decía, en conclusión, que en general todos los que escriben lo hacen sobre cosas que no tienen, o en su defecto, que han perdido (que viene a ser lo mismo). Y qué gran verdad.
Mientras paseaba con mi perra Layla en esta tarde lluviosa y gris (sin paraguas, por cierto), he pensado mucho en esa idea. Y a parte de ser todavía más consciente de lo triste que es, me ha llevado a varias conclusiones:
Desde el punto de vista del público:
1- Excluyendo canciones, poemas, libros o películas que se han convertido ya en verdaderos himnos en nuestras vidas por sus mensajes "buenrollistas" o de "love is all around" y que sólo nos ponemos para pasar la aspiradora o en momentos de éxtasis etílico, los seres humanos tendemos al masoquismo, y me atrevo a decir que algunos hasta disfrutamos regodeándonos en nuestro propio dolor, y si es posible y las circunstancias lo permiten, preferimos regodearnos con una canción de fondo de esas que te provocan ganas de morir lentamente y sufriendo.
2- En general, todos nos sentimos siempre más identificados con lo negativo y dramático que con lo maravilloso e ideal. Nuestro dolor puede ser idéntico e incluso peor que el dolor del que habla esa canción o ese poema, en cambio, si habla de amor de verdad o de lo maravillosa que es la vida, ah no no, eso sólo pasa en las películas, y si no es real, directamente no me vale porque a mí nunca me pasarán esas cosas. Así somos, señores.
Desde el punto de vista de los que escriben:
1- Cuando se está feliz y contento, sencillamente no se tiene tiempo para escribir. Y si se tiene, uno lo ocupa saliendo de cañas, colgando fotos absurdas en facebook o paseando su amor y su sonrisa por las calles de Madrid.
2- Cuando se está feliz, contento y se tiene tiempo para escribir, puedes:
a) esforzarte en ponerte dramático y hacer fuerza con todos los músculos de tu cuerpo para que te salgan las lágrimas mientras piensas en el hambre en el mundo, o
b) escribir sobre lo fascinante, plena y extraordinaria que es tu existencia, en cuyo caso SIEMPRE corres el riesgo de generar envidia e incluso odio en el que te lea o escuche, con lo cual, optas por escribir pero no hacerlo público. Y entonces tu parrafada rebosante de felicidad se convierte en un archivo que guardarás en una carpeta de tu disco duro que se llama "tiempos felices" a la que sólo recurrirás cuando estés a punto de suicidarte para sentirte aún peor.
Sigamos escribiendo, sigamos leyendo.
Ojalá algún día la felicidad se transmita igual de fácil que el dolor y el miedo.
Ojalá algún día el ser humano se alegre de verdad por el resto del mundo, sin un ápice de envidia en su corazón.
Y quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Totalmente de acuerdo, yo solo escribo en mi blog cuando algo me indigna muchísimo. Habrá que poner más en práctica la escritura "happy mood" y dejar el fatalismo para la realidad cotidiana...
ResponderEliminar