domingo, 6 de abril de 2014

Yo sí creo en las Princesas.





Después de lo que hemos vivido juntas en todas las ediciones de nuestro Taller de Autoestima (una de las experiencias más maravillosas de mi vida) quiero gritar y que el mundo me escuche: CREO EN LAS PRINCESAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Estoy un poco cansada del concepto de PRINCESA que tiene la gente.
Es cierto que realmente es el que nos han vendido siempre: La princesa como mujer frágil, absolutamente rosa y empalagósamente ideal, que vive entre algodones, viste faldas de tul y camina entre flores con zapatitos de cristal. Esta princesa no tiene problemas, dice las cosas cantando, se despierta con sus cabellos dorados perfectamente colocaditos, ama sin condición a todos los seres que encuentra a su paso (sean humanos o pajaritos de colores), por supuesto no trabaja, sólo pinta, danza grácilmente por los bosques, teje mantas interminables y hornea delicados y esponjosos bizcochos en forma de corazón. Luce vestidos maravillosos que dejan una estela de luz a su paso, no tiene pelos en las piernas, nunca se enfada, todo se le da bien, SIEMPRE encuentra a su príncipe azul, viven felices, comen perdices y si muere, puede resucitar con un beso de amor. JÁ.

Ok, no voy a negarlo. Cuando era niña crecí con las princesas Disney (como casi todas) y reconozco que mi momento favorito de las películas era el final pasteloso, cuando se casaban, sí sí, yo era la niña más cursi del mundo. En esos momentos prometo que yo quería ser ellas y además, en mi ignorancia, de alguna forma sabía que esas princesas existían en un lugar del mundo y serían FELICES PARA SIEMPRE.

Después crecí. Crecí, salté de Disney a Dirty Dancing y simplemente comencé a mirar a mi alrededor, o mejor, viví. Y con los años incluso me enfadé bastante con Disney por habernos vendido la moto, porque yo me empeñé desde muy pequeñita en ser una princesa y encontrar a mi príncipe azul pero no hacía otra cosa que tropezar una y otra vez con sapos y más sapos. Tardé en rendirme, pero lo hice, y sin darme cuenta ya no era capaz de ver a las princesas Disney como antes. Ahora para mí esas princesas ya eran mujeres de carne y hueso, con sus dolores de ovarios cada 28 días, con sus facturas a fin de mes, con su celulitis y sus patas de gallo y con sus sueños rotos, remendados y vueltos a re-remendar como los calcetines sucios de sus príncipes (ya no tan azules, por cierto).

Aún así, sigo adorando esas películas y sigo viéndolas de vez en cuando, aunque claro, desde otro prisma:

Bella debía ser una mujer muy culta e interesante, que además adoraba a su padre y eligió cuidarle en lugar de salir de la aldea para conocer los lugares sobre los que había leído. Por supuesto, se enamoró de un animal, pero creo que eso lo hemos hecho más de una.
Ariel, la Sirenita, una tía valiente y aventurera, ansiosa por ir siempre más allá, por experimentar y conocer, que por amor fue capaz de dejar atrás las facilidades de la vida de princesa, su familia y sus amigos.
Yasmín, inconformista y con carácter. Se negaba al matrimonio concertado y puso también el amor por encima de la corona casándose con un ladronzuelo callejero.
Mulán, una tía de armas tomar con un concepto del honor y de la valentía que ya quisiéramos muchas; que se deshizo de todas sus armas femeninas para cambiarlas por armas de verdad y luchar para defender a su pueblo y honrar a su familia.

Y luego están las otras tres patas pa' un banco, Cenicienta, Blancanieves y la Bella Durmiente, que son casos a parte que no hay por dónde cogerlos. Mujeres que ignoraban sus derechos y vivían para las labores del hogar. Imagino que les tocó por ser de ésa época, pero madre mía, yo no dejaría a mis hijas convertirse en en mujeres como ellas.

Cenicienta, esta pobre aguantó lo que no está escrito. La muerte de su padre y como consecuencia vivir a expensas de su madrastra y sus hermanastras, tres víboras que la utilizaban como fregona. Y venga a aguantar años y años. Ella sólo limpiaba, lloraba y cantaba y limpiaba otra vez, ni siquiera se quejaba! Agachaba la cabeza y ale, a escurrir otra vez el trapo en el cubito. Menos mal que le dio por aparecer al hada madrina, porque gracias a ella y al famoso zapatito de cristal, el príncipe pudo volver a encontrarla después del baile. Qué vería en ella (a parte de la belleza y el vestidazo)? Será que el olor a lejía es adictivo o que el olor del amoniaco le atontó un poco? Sangre y un par de hervores es lo que le hacían falta a ésta.

Blancanieves, poco que decir. Creo que es la peli que menos he visto porque parece que gracias a dios, incluso de pequeña algo me causaba repulsión. Sólo puedo decir: Una tía que ni pincha ni corta en el palacio, que es amenazada de muerte por ser más guapa que la reina (conste que a mí no me parecía tan mona), que el leñador la echa un cable y deja que huya en el bosque, y ella, así, sin más, se queda a vivir en la primera casa que encuentra y a ser la sirvienta de 7 enanitos que encima le ponen mala cara!! No lo entiendo, en serio. Por no hablar del final, un príncipe que pasaba por allí, le da un beso y ya es el amor de su vida foreverparasiemprejamás. En fin...

Y mi querida Aurora, la Bella Durmiente... bueno, de esta tengo que decir al menos que para mí era la pareja de guaperas de Disney. Ella era preciosa, y el Felipe... uufff... un cañón en toda regla. Por lo demás, ella como mujer, la verdad es que aporta bien poco porque se la pasa durmiendo, pero que yo sepa tenía dotes para el canto (como todas) y sabía coser, aunque no mucho, porque se pinchó y por eso cayó en el hechizo.
No me gusta mucho el concepto de "yo estoy durmiendo la mona porque a una vieja se le ha antojado quitarme del medio, a ver si tú mientras puedes ir viniendo a salvarme si eso y matas algún que otro dragón por el camino para que esta gente vea algo interesante mientras".
Aún así, todos tenemos que agradecer a Aurorita lo del famoso Príncipe Azul, ya que ella lo cantó la primera: "Eeeeeeres túuu, mi príncipe azul, que yoooo soñé..."

Tengo que pediros perdón porque esto iba a ser sólo una mini introducción de tres líneas y me he liado.
La verdad es que empecé a escribir porque ya varias mujeres me han comentado que no están muy a favor de mi proyecto PRINCESAS EXTRAVIADAS porque no son muy de princesas y príncipes azules, o porque les parece que llamar princesas a las mujeres es una forma de desvalorizarlas, algo machista y ñoño también. Sé que las mujeres que me han dicho esto sólo se han quedado con eso; se han metido en la página, han visto color rosa, la palabra princesa y han huido despavoridas, sin conocer en absoluto todo lo que hay detrás, entre otras cosas, VOSOTRAS y vuestras increíbles historias.


Os invito a seguir leyendo, a contemplar sus rostros y a conectar con su energía. Os invito a conocer a las Princesas Extraviadas, las MUJERES REALES.




Gracias a todas.
Sabed que siempre sois bienvenidas.

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